mayo 23, 2011

Morir para renacer

Él
Despertarás en medio de esa habitación blanca, iluminada por la luz que traspasa ese ventanal que da a la avenida principal. La mirarás desnuda envuelta en esas delgadas sábanas blancas y recordarás la noche que pasaron juntos. La ropa en el suelo, las llamadas perdidas en el celular, el fantasma de sus besos sobre tu piel. Te levantarás lentamente para no despertarla, te dirigirás al baño y frente al espejo el tiempo parecerá no avanzar.

La verás nuevamente e intentarás recordar en qué momento comenzaste a quererla, cuál fue la razón por la que aquella mujer logró entrar en tu vida como jamás lo había hecho alguna otra. Pensarás que quizá haya sido lo prohibido de su relación, la adrenalina que sentían mientras se escondían de los demás, su don de escucharte, sus abrazos y la manera en que cada mirada parecía decir lo que sus labios solían callar.

Mientras mojas tu cara, la imagen de su punto de encuentro vendrá a tu mente. La fuente, los árboles, la lluvia, ese periódico y el café que fueron el pretexto perfecto para acercarte a ella. El libro en sus manos, lo rojo de sus labios, su mirada que mezclaba ternura y deseo.

Vendrán a tu mente sus encuentros. Siempre inesperados. Al dar la vuelta en una esquina, en la banca de ese parque, en la cafetería de algún lugar o en alguna tienda. Parecía que el destino te llevaba a ella, pero no. Tú jamás creíste en el destino ni en las coincidencias. Al menos hasta que ella apareció en tu vida.

Querrás prepararle el desayuno, como antes. Pero no podrás hacerlo, así que regresarás a la cama y te recostarás junto a ella. Le besarás el cuello, la frente, la boca. Sus labios reaccionarán y comenzarán a besarte con uno de esos besos tiernos que ella sabe dar. Tus manos comenzarán a recorrerla y sus cuerpos se unirán, sus respiraciones se volverán una y lo que había iniciado como simple placer se convertirá en la más pura experiencia de amor. Buscarás constelaciones en sus lunares, intentarás descifrar el misterio de su piel, querrás que alguna voz te susurre que ella es para ti y siempre será así… 

...

Caminarás por la calle. Sentirás que su fragancia está impregnada en tu piel, que ya no puedes respirar sin ella, que desearías tenerla entre tus brazos la vida entera. La ilusión del amor —casi inexistente antes de su llegada— renacerá dentro de ti. Como el ave fénix, como el mito de la vida. Su amor tendrá que morir para renacer. Morirá en ti. Tal vez ya murió. Sabes que ella, al igual que tú, espera encontrarte al dar la vuelta en la siguiente esquina.


Ella
Abrirás los ojos justo cuando él se levante y se dirija al baño. Te acomodarás en ese colchón que parece haber sido usado por mil personas antes que ustedes. Te darás cuenta de la ropa en el suelo, de tus 5 llamadas perdidas y de los 13 mensajes sin leer. Parecerá no importarte y dejarás el celular en el buró que está junto a ti. Regresarás a tu lugar entre las sábanas y fingirás que duermes.

Cerrarás los ojos y escucharás cómo cierra la llave del agua, sale del baño y se acerca a la cama. Sentirás cuando sus labios toquen los tuyos y comenzarás a besarlos lentamente, al mismo tiempo que imaginarás su cuerpo desnudo y el tatuaje de su brazo.

Pasarás tus manos por su cabello y entrarán en un vaivén de complicidad. Cada movimiento estará estratégicamente planeado, todos serán pasos que los llevarán juntos al éxtasis. Ya no pensarás, dejarás que su cuerpo te lleve sin poner resistencia.

Cuando todo haya acabado, tú sabrás que él no es uno más. Recordarás las casualidades que te unieron a él, las coincidencias que parecían trazadas por los dioses. La manera tan extraña en que logró cautivarte sin hablar, el brillo de sus ojos al mirarte, su forma de decir “te quiero” y la emoción del primer beso.

Tendrás que levantarte y salir del lugar. Él te pedirá que no lo hagas pero esta vez no podrás quedarte. Preguntará el motivo de tu repentino adiós pero no querrás confesarlo. Habrás pensando en cosa de segundos que él es todo lo que quieres en tu vida.

Te vestirás rápidamente y saldrás del edificio. Sentirás el viento en tu cara y caminarás lo más rápido posible con las manos metidas en las bolsas de tu abrigo blanco. Pensarás en la mejor forma de decirlo, de mentir o simplemente decir la verdad. No esperas perdón pero deseas acabar con el sentimiento de culpa.

...

Comprenderás cuál ha sido tu error en los últimos dos años. Entenderás que tu novio "oficial" no merece ser engañado pero que tampoco es al que quieres. Te darás cuenta de que el hombre que dejaste en ese cuarto de paredes blancas ha cambiado tu vida de forma inmejorable y por ello debes regresar lo antes posible a sus brazos. Desearás que su amor no muera. Que incluso en la muerte o la eternidad puedan estar juntos.  Sólo tú y él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario