octubre 31, 2011

De fantasmas y otros (t)errores

Muy acorde con estas fechas les doy la bienvenida a mi columna con un tema que si bien no tiene que ver con espíritus, espectros o inventos diabólicos, ha llegado a estremecer a más de uno.

En la vida de toda persona (sí, incluidos los hombres) existen fantasmas que aparecen de cuando en cuando y parecen querer arruinarle —no sé si de manera consciente o no— la vida a los demás.

¿Quién no ha tenido un o una ex que —cuando aparentemente todo está de lo mejor— llega y arruina la felicidad que se creía tener? La cuestión aquí es que no sólo arruina la estabilidad emocional de la ex pareja sino que, si ésta ya tiene una nueva relación, puede llegar a molestar a ese tercero que ni imaginaba el teatrito que se podía llegar a armar.

Con esto no pretendo decir que todas las exparejas son así. Por el contrario, la gran mayoría suelen adoptar una actitud madura una vez que la relación ha terminado. Se dan la mano y cada quien continúa en la búsqueda de su media naranja. (Amén)

Pero el caso aquí son aquellas personitas incómodas. Llamadas y mensajes insistentes en el mejor de los casos. Lo peor: que consiga el correo, la cuenta de Twitter, Facebook o el número celular de la pareja actual del o la susodicha y comience a inyectar veneno en tan bonita y prometedora relación.

Que si dura sólo 5 minutos y es un desordenado, que si es una celópata o una neurótica. La cantidad de defectos es innumerable. Entonces llega el momento en que la otra persona empieza a cuestionarse “¿Será cierto? Por algo habrán cortado…”

Pero déjenme decirles: eso de hablar mal de los ex es un completo error. No sólo porque la otra persona podría preguntar: “¿Entonces como por qué anduviste con él/ella si tantos defectos tiene?” (a lo que suelen responder con una gran evasiva), sino porque en realidad quien asume un papel negativo es el insectito ponzoñoso que riega su veneno por doquier.

No sé ustedes, pero a mí no me gustaría salir con alguien que habla mal de cuanta persona ha travesado su historial amoroso.

¿Quién te garantiza, mi querido lector, que no hará lo mismo contigo? Es decir, mañana podría estarle contando a su siguiente conquista que cediste ante sus encantos (¿?) desde la primera cita. De miedo, ¿verdad?

Por eso ahora que se acercan estas celebraciones tan pintorescas, reflexionemos sobre algunos de nuestros fantasmas, las formas de exterminarlos para que después podamos gozar de lo lindo. Así que, ¿qué eligen, trick or treat? ¡Hasta la próxima!

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octubre 04, 2011

Fue


Caminar solos no tenía sentido. Habían pasado meses desde su último beso. Fingían vivir felices sin reflejarse en los ojos del otro, sin el calor que sólo sus brazos tenían.
La esperanza del reencuentro había muerto tras esa frase de reproche y se había reafirmado con la ausencia de miradas de complicidad que solían darse cuando ella lo visitaba y él no podía escabullirse para perderse un rato.
El sabor a café y miel en sus labios regresaba a ella a diario. El sabor a fresa lo acompañaba a él. Por más que besaran otros labios, jamás se igualaría la química de esos momentos, de esos callejones perdidos, de esos instantes desvanecidos que recurrentemente regresaban con más fuerza…
Aún así, ninguno de los dos buscaría al otro. Había sido su única regla durante ese juego al que llamaban amor.
Había sido el único pretexto para no regresar a los brazos del otro con la boca llena de promesas y la cabeza llena de sueños, de planes a futuro, de la vida que planearon juntos pero que jamás sucedería.
Ella fingiendo vivir una vida que ya no era suya. Él caminando de la mano de mujeres que tropezaban por su camino y pronto se iban de él.
El ideal romántico tenía su realidad en ellos. La pareja perfecta que vivía sin vivir. Que trataba de hallar un camino y su destino lejos uno del otro.

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octubre 03, 2011

Poesía virtual


Deseo sentirte en cada segundo del día, saber que me acaricias con cada suspiro de aire y que en cada rayo de sol tus manos recorren mi ser… deseo saberme en tu recuerdo más como una realidad presente que como una efímera pretensión.
Correr, caminar, volar, sentir, amar, construir y desaparecer. En tus brazos, en tus labios, en tus ojos y en la inmensidad de la nada.
En cada palabra, en cada suspiro…

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