septiembre 30, 2010

One Hour

22:12 Ni un minuto más. Miro la pantalla, me alejo, tomo un vaso de agua y regreso.

22:15 Estoy cansada, harta y mareada. Abrí el portal de Milenio y, de repente, apareciste... tú. Tus labios, tu nariz, tu esbelta complexión y aquel vago recuerdo.

22:19 La vida se me va entre letras... me gustaría estar entre tus brazos de nuevo y no aquí, frente a esta fría pantalla y en medio de esta sala incómoda.

22:30 Iré a buscarte, es definitivo. Creo que he llegado a la conclusión de que eres mi droga o, por lo menos, hasta que MagicSunday regrese. Es como quererte, tenerte, fastidiarme y olvidarte. La historia, los ciclos, Soria.

22:33 Llevo tres minutos escribiendo y... algo sucede. La técnica de un historiador-periodista se ha grabado en mi mente: me gusta, atrae, es fácil y ágil. Como tú y tus manos.

22:39 (No dejo de reír)

22:41 Horas "indecentes" para una llamada, ¿no crees?

22:58 He perdido diecisiete minutos de reflexión. Me hiciste la noche, querido. Justo después de colgar, escribí una línea y fui por el collar que me regalaste. Nunca entendí por qué hubo una "segunda cita" si no la planeamos. Quizá me espiabas.

23:09 Minuto fatídico. Entre peleas y un trabajo mal hecho, regreso.... ¿No vendrías a hacerme compañía? Muy lejos.

23:12 Una hora después, volvemos a los ciclos. Te extraño.

septiembre 06, 2010

Una noche como hoy

Con y sin propósito

Hace días entendí: no quiero perderte otra vez.
Recargada en la pared de mi habitación cuento las horas para verte de nuevo.
Fríos, lejanos, llenos de un vacío que envolvía cada parte de mí. Así eran mis encuentros contigo. Sabía que formabas parte de mí, que yo era parte de ti, pero faltaba algo.
Tus manos acariciando mi cuerpo en esas noches plagadas de deseos reprimidos y de locura salpicada de un amor confuso, disperso. Sentir tu respiración en el cuello y saber que nuestros cuerpos son las piezas más perfectas de un rompecabezas que hace nueve meses empezamos a armar.
Te he perdido y recuperado no sé cuantas veces. Me has perdido por un tiempo sin reprochar, sin reclamar, fingiendo que no te importa aunque el brillo de tus ojos se opaque y yo, con descaro, voltee sobre mi hombro y piense en la utopia de nuestro amor, en la que nunca pensé creería y en el laberinto donde ahora me encuentro atrapada, sin saber hacia dónde caminar, dirigida sólo por tu voz y por esas manos que me abren las puertas del cielo.
Hoy, a diferencia de todas esas veces en las que parecía ser indiferente e incluso vacía, puedo decir que cualquier detalle o fragmento de canción que escribes hace que imagine nuestra vieja fantasía pero con tintes más reales: dejamos de ser al anhelo de un amor imposible para transformarnos en un proyecto que, si bien puede parecer lejano, llegará algún día.