septiembre 06, 2010

Una noche como hoy

Con y sin propósito

Hace días entendí: no quiero perderte otra vez.
Recargada en la pared de mi habitación cuento las horas para verte de nuevo.
Fríos, lejanos, llenos de un vacío que envolvía cada parte de mí. Así eran mis encuentros contigo. Sabía que formabas parte de mí, que yo era parte de ti, pero faltaba algo.
Tus manos acariciando mi cuerpo en esas noches plagadas de deseos reprimidos y de locura salpicada de un amor confuso, disperso. Sentir tu respiración en el cuello y saber que nuestros cuerpos son las piezas más perfectas de un rompecabezas que hace nueve meses empezamos a armar.
Te he perdido y recuperado no sé cuantas veces. Me has perdido por un tiempo sin reprochar, sin reclamar, fingiendo que no te importa aunque el brillo de tus ojos se opaque y yo, con descaro, voltee sobre mi hombro y piense en la utopia de nuestro amor, en la que nunca pensé creería y en el laberinto donde ahora me encuentro atrapada, sin saber hacia dónde caminar, dirigida sólo por tu voz y por esas manos que me abren las puertas del cielo.
Hoy, a diferencia de todas esas veces en las que parecía ser indiferente e incluso vacía, puedo decir que cualquier detalle o fragmento de canción que escribes hace que imagine nuestra vieja fantasía pero con tintes más reales: dejamos de ser al anhelo de un amor imposible para transformarnos en un proyecto que, si bien puede parecer lejano, llegará algún día.

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