febrero 03, 2011

Metáfora y cotidianeidad: puerta abierta a la reflexión

Son ingredientes indispensables en la cocina, ya sea para preparar pasteles, condimentar uno que otro platillo mexicano o eliminar malestares, se trata de la harina y el epazote. Estos alimentos son utilizados como punto de reflexión sobre las condiciones actuales del país desde una perspectiva social, económica, política, agraria o industrial.

La exposición Harina y Epazote, montada por el artista mexicano Roberto de la Torre, es una manera de dar a conocer el proceso por el cual estos alimentos son —en el caso del epazote— cultivados, recolectados, procesados y empacados. Si bien éstos son productos comunes, en esta muestra se puede establecer una relación entre ellos y estupefacientes como la marihuana y la cocaína.

Esta propuesta incluye la utilización de las técnicas y materiales que se emplean en la clandestinidad para empaquetar los narcóticos. Como refiere el curador Eder Cartillo, el propósito de esta exposición no es enaltecer el papel de las drogas y los laboratorios clandestinos, sino mostrar el proceso con el que se elaboran, mismo que tiene gran trascendencia no sólo a nivel social por el factor de las adicciones, sino en un plano económico y agrario, puesto que es el generador de empleo y oportunidades para muchos campesinos.

Establecida en el ex templo de Santa Teresa la Antigua, la muestra ofrece al visitante un recorrido por las diferentes zonas en las que estudiantes, voluntarios y el propio público participan y forman parte del laboratorio industrial establecido en el lugar, mismo que obedece al mantenimiento, cuidado y manejo estricto de los productos como se realiza en uno real.

Localizado a un costado de Palacio Nacional y frente a tiendas en las que se ofrecen uniformes militares, este proyecto —además de ser un llamado para el gobierno local y federal— permite la reflexión sobre el problema del narcotráfico, la manera en que se ha filtrado en todos los sectores de la sociedad y las oportunidades reales que tiene la población para hacerle frente.

Claro ejemplo de ello, como menciona De la Torre, es que el crimen organizado suele brindar mayores oportunidades laborales a los campesinos quienes por cuestiones de necesidad se ven forzados a aceptar estos trabajos, de manera que la riqueza generada por este ilícito se hace parte de toda la sociedad.

Los ingredientes se encuentran sobre las mesas de trabajo, el personal está al pendiente del más mínimo detalle. La metáfora permite jugar entre la cotidianeidad que cualquiera puede hallar en una cocina y el origen de uno de los problemas que atañe a todo un país, mismo que ha dejado como “daño colateral” —en cuatro años— más de 34 mil muertos.